Un niño puede no ser tan alto como sus amigos porque la talla de sus padres también es baja y su herencia familiar hace imposible que crezca tanto como otros. Pero existen otras causas que nada tienen que ver con la genética: sin duda alguna la más importante es sufrir de déficit de la hormona de crecimiento (conocida por las siglas GH), que se produce cuando se dan alteraciones en la glándula hipófisis, la responsable de liberarla.
Pero una talla baja también puede deberse a enfermedades raras, como los síndromes de Turner, que solo se da en las niñas (lo ocasiona la falta de un cromosoma y también hay retraso en la maduración sexual) y de Prader-Willi (al mismo tiempo suele haber obesidad y poco tono muscular), por una insuficiencia renal o problemas durante la gestación.
Cuándo se considera que un niño es bajito
Puesto que la etapa de crecimiento es larga, las guías médicas son poco claras a la hora de definir cuándo un niño es bajito.
En realidad, se considera esa circunstancia cuando los demás son más altos. Es decir, cuando de cien niños de su mismo sexo y edad, 97 superan su talla (percentil 97).
Se sigue, por lo tanto, un método de valoración estadístico y de comparación con el resto. Además de que cada niño sigue un ritmo de crecimiento, muchas veces puede marcar más los genes de abuelos y bisabuelos que de los propios padres.
Cuándo preocuparse por la talla de un niño
A través de los controles pediátricos habituales es posible detectar indicios que delaten la falta de la hormona de crecimiento. Pero además, en casa, debes sospechar ante las siguientes circunstancias:
- Si tu hijo ha nacido con un peso y una talla normales y empieza a mostrar síntomas de retraso en el crecimiento durante los primeros años de vida. Si el déficit hormonal no es total sino parcial, el niño puede moverse dentro de percentiles considerados normales durante años antes de percibirse este déficit.
- Cuando, a partir de los dos años de vida, puede llevar la ropa del año anterior. Suele ocurrir si el déficit hormonal es total y el crecimiento se ha estancado, de modo que su crecimiento es inferior a los cuatro centímetros anuales.
- También puede ser indicativo que durante los cuatro primeros años de vida el niño sufra bajadas de glucosa (hipoglucemias) frecuentes.
- Si compruebas que hay retraso en el cierre de las fontanelas (membranas de los huesos del cráneo), crecimiento muy lento del cabello, alteraciones en la dentición y aumento de los depósitos de grasa bajo la piel.
Controles pediátricos ante problemas de crecimiento
Lo primero que hará el pediatra en cada uno de sus reconocimientos es pesar y medir al niño para dibujar la curva de crecimiento. En su historia clínica también se recoge la talla de los padres y otros datos de interés como su alimentación, los hábitos de sueño como a las enfermedades padecidas e, incluso, si hay problemas afectivos o de relación.
Si cualquiera de estos datos hace sospechar al doctor de un problema de crecimiento, puede solicitar otras pruebas:
- Radiografías de la mano y muñeca izquierda para determinar la «edad ósea» del pequeño. En los niños con déficit de crecimiento está entre uno y cuatro años por debajo de la edad cronológica.
- Como los niveles de la hormona de crecimiento van cambiando, es posible que el médico decida hacer determinados test como el de hipoglucemia insulínica, el de glucagón y el de clonidina. Si los valores de la hormona son menores a 10 ng/ml, se considera que hay un déficit. Será parcial si el valor está situado entre los 5 y los 10 ng/ml y total si está por debajo de 5 ng/ml.
Tratamiento en niños con problemas de crecimiento
Entre el 10 y el 15% de casos de retraso en el crecimiento de niños españoles se relacionan con el hecho de que la madre haya consumido altas dosis de alcohol como tabaco u otras drogas durante la gestación.
- Una vez determinado un déficit en la hormona del crecimiento, se puede administrar esta hormona por vía subcutánea (una inyección diaria). La dosis administrar varía en cada caso y debe fijarla un especialista.
- El tratamiento es diario y debe seguirse durante dos o tres años, con controles regulares.
- Una vez finalizado, se debe reevaluar la situación y tal vez sea necesario continuar con el tratamiento, en dosis más bajas, durante la vida adulta.
- Como efecto secundario del tratamiento puede aparecer la elevación de los índices de glucemia o intolerancia a los hidratos de carbono, por lo que conviene hacer seguimiento médico.
- En el caso de niños de talla baja idiopática (sin motivo aparente) y con padres bajitos, este tratamiento tiene menos resultados que con niños con padres de talla normal, a quienes les es más fácil ganar altura. Por eso, no se suele recomendar.
¿Puedo calcular lo que medirá mi hijo?
Aunque se trata de un método impreciso (con un margen de error de 9 cm), lo que se conoce como «talla diana» puede ayudar a calcular la altura del niño.
Para conocerla, suma a la talla del padre expresada en centímetros, la talla de la madre. Resta 13 cm en el caso de las niñas y suma 13 cm en el de los niños. La cifra resultante de esta suma se divide por dos y esta sería la altura esperada del niño o niña. Es decir: (talla del padre en cm + talla de la madre en cm) +/- 13 cm dividido entre 2 = talla esperada del niño.