En los servicios de Gastroenterología Pediátrica, uno de cada cuatro niños visitados tiene dificultades para evacuar, lo cual confirma que se trata de un problema infantil sumamente frecuente.
Desde el Centro de Información Duphar sobre Estreñimiento (CIDE) aclaran que se puede aceptar como normal la evacuación del intestino en un intervalo que oscila entre tres veces al día y tres veces a la semana.
Dado que los niños son sumamente sensibles a los cambios en los hábitos diarios, cualquier modificación de este tipo puede influir en su motilidad digestiva.
Por lo general, la mayoría de veces todo queda en un trastorno leve que tiene fácil solución, sin embargo si no se pone remedio a tiempo o no se le da la importancia que merece, puede derivar en una situación crónica que altere a los pequeños y también a su entorno familiar.
En los niños, los síntomas derivados del estreñimiento continuado puede ser poco interés por la comida, dolor de estómago y un mayor nerviosismo de lo habitual.
Estreñimiento en niños: cuándo preocuparse
Se considera que la evacuación no es normal cuando:
- Las heces son duras y extremadamente secas.
- Los lactantes alimentados con leche materna hacen una cantidad inferior a 2 deposiciones al día.
- Los bebés que siguen lactancia artificial hacen menos de 3 deposiciones cada semana.
- Los niños y adolescentes defecan menos de dos o tres veces a la semana.
- Se observa que la evacuación no es completa.
Causas frecuentes de estreñimiento infantil
A pesar de que las causas que pueden llegar a provocar estreñimiento infantil son muchas y muy diversas, es preciso identificarlas para poder aplicar el remedio más oportuno. Las más frecuentes a edades tempranas son:
- En niños muy pequeños, el estreñimiento puede estar provocado por el paso de la lactancia materna a la alimentación complementaria.
- A partir de los tres o cuatro años, suele deberse a una dieta inadecuada (falta de alimentos con fibra, etcétera).
- Beber poca cantidad de líquidos es otro de los motivos. Haz que beba agua varias veces al día y, de vez en cuando, zumos de fruta.
- Consumo de algunos fármacos, como los recetados habitualmente para controlar los catarros o la tos.
- La reducción o la falta de actividad física.
- Causas relacionadas con la conducta: los problemas afectivos y el deseo de llamar la atención; el paso de la guardería al colegio; o no querer interrumpir sus juegos pueden propiciarlo.
- Falta de hábito. Acostúmbralo a ir al baño nada más levantarse. Esa rutina diaria hará que su organismo se regule.
También una cuestión psicológica
En muchas ocasiones, la causa es de origen psíquico. Estos casos se dan en niños pequeños que, por una causa banal, hacen deposiciones algo más duras y más secas de lo normal, y les provoca dolor. Entonces, el pequeño ya relaciona la molestia con la defecación y, para evitarlo, tiende a retener las heces, y retener supone que sea más voluminosas, más secas y más difíciles de expulsar.
Se forma un círculo vicioso porque al niño le da miedo ir al baño y cuanto más lo retrasa, más doloroso le resulta. Esta es también la consecuencia de —por pudor o vergüenza— no querer ir al baño del colegio o guardería y reprimirse las ganas.
Si sospechas que le pasa a tu hijo, explícale que esa retención voluntaria solo le provocará mayores molestias.
Soluciones en la dieta infantil
La alimentación influye mucho en los hábitos evacuatorios, por eso puedes introducir pequeños cambios en la dieta para prevenir este problema:
- Procura que tome legumbres y verduras, al menos un par de veces a la semana. Contienen gran cantidad de fibra.
- Haz de la fruta el postre habitual, sobre todo en la comida del mediodía. Si no logras que hiciera las cantidades que tú quieres, hazle zumos naturales.
- Busca guarniciones ricas en fibra. En una ensalada condimentada con aceite de oliva se pueden incorporar, por ejemplo, pequeños trozos de fruta y frutos secos molidos.
- Alterna el pan blanco con pan integral. En el desayuno puedes dárselo juntado con algo dulce, como miel o mermelada.
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