Con el calor, pequeños y mayores tenemos menos hambre y nos apetecen alimentos más ligeros, fríos y refrescantes con que poderlo combatir. Para mantener la temperatura del organismo necesitamos menos calorías que en invierno: estamos más relajados, descansados y cambiamos de actividad —normalmente a menos— por eso nuestro cuerpo rechaza los platos muy calientes, elaborados y consistentes.
Precisamente lo que le sobra es calor, y sabe que no necesita esa cantidad extra de calorías para funcionar.
Cuando hace ese «bochorno» incluso la comida, sobre todo si ha sido algo pesada, puede sentar mal al estómago y provocar náuseas, malestar general, molestias estomacales y hacer la digestión más lenta.
Es mejor que consumas verduras y hortalizas en crudo, porque conservan todas sus propiedades. Si vas a cocinarlas, la mejor opción es al vapor.
Alimentos refrescantes: tus aliados contra el calor
Alimentos frescos como las frutas verduras y hortalizas no deben faltar en tu dieta diaria a lo largo del año y menos aún durante la época estival. Aprovecha y disfruta las variedades de temporada que la naturaleza te ofrece, como berenjenas, pepinos o pimientos entre las verduras; y melón, sandía o ciruelas entre las frutas. Una colorida y amplia gama que no encontrarás en invierno.
Las frutas depuran tu organismo, son una fuente inagotable de vitaminas y tienen como principal componente el agua, por lo que te aseguran una buena hidratación. Las verduras y hortalizas, por su parte, son alimentos ligeros, sin apenas grasa, con pocas proteínas, alto contenido en vitaminas y minerales, y ricas en fibra.
Puedes mezclar varias frutas, enteras o en zumos. Las de temporada son bastante dulces. Eso sí, si quieres mantener la línea evita añadirles azúcar.
No todo es verde
No se trata de que en verano solo tomes frutas y verduras. Tu alimentación, al igual que el resto del año, debe incluir de todo para evitar carencias.
En la época estival, el mar nos regala un magnífico surtido de productos que no debes menospreciar, como las sardinas, boquerones, salmonetes, bonito o besugo entre los pescados; calamares; y gambas o chirlas entre los mariscos.
Estos alimentos son ricos en proteínas de muy buena calidad y de mejor digestión que las de la carne. Te aseguran, además, un excelente aporte de sales minerales, como yodo, fósforo, magnesio, hierro y zinc; vitaminas A y D y ácidos grasos omega 3.
Las carnes, por su parte, tienen un valor calórico muy variable, en función de la grasa que contengan. Su principal valor está en las proteínas de alta calidad, pero su grasa, en las carnes rojas, tiene un alto porcentaje de ácidos grasos saturados, por lo que no conviene abusar de ellas.
Las ensaladas frías de pasta, combinadas con otros ingredientes como carnes y verduras, son un excelente plato único.
Por tanto, pescados y carnes, preferiblemente blancas como pollo o pavo —a la plancha o a la brasa— en recetas poco elaboradas resultan un segundo plato idóneo saludable y compatible con el calor, que además puedes incluir como un ingrediente más en los platos fríos o templados, como ensaladas. Serán excelentes opciones las ensaladas de verano de plato único.
Toma legumbres: ahora, en ensaladas
Hay muchos alimentos que, por sus características y modo de cocinado habitual, son más típicos del invierno. Pero no tienes por qué prescindir de ellos aunque haga calor. Si los preparas de manera más ligera y refrescante, puedes seguir disfrutándolos.
Hablamos, por ejemplo, de legumbres como judías, lentejas o garbanzos que, en lugar de cocinar en guisos, estofados y otras recetas consistentes y calóricas, puedes utilizar, una vez cocidas, como ingrediente principal de tus ensaladas favoritas.
Además, estos productos te aportan hidratos de carbono de absorción lenta, que tu organismo necesita a diario en buenas cantidades para obtener, entre otras cosas, energía.
No abuses de los precocinados
Seguro que quieres disfrutar al máximo de tus merecidas vacaciones alejándote por un tiempo de fogones y cacerolas. Aunque te tienten, la solución no es alimentarte con platos precocinados para no perder ni un momento de tu tiempo libre.
De vez en cuando no están mal, pero ten en cuenta que además de salirte más caros, la mayoría de ellos contienen un exceso de sal y grasa que les hace poco recomendables, especialmente para los más pequeños y los mayores de la casa.
Tardarás prácticamente lo mismo en prepararlos que en cocinar un plato ligero y, desde luego, este será mucho más económico y saludable.
¿Con o sin alcohol?
La leche aporta a tu organismo una gran cantidad de agua.
No cometas el error de intentar calmar la sed con bebidas alcohólicas como el popular tinto de verano, la sangría o la cerveza con limón. Resultan refrescantes en un primer momento, pero si abusas de ellas pueden llevarte a la deshidratación.
Lo mejor para aliviar la sed y reponer las sales minerales es el agua, pero también los zumos de frutas naturales, los licuados de verduras y hortalizas, las infusiones frías preparadas, por ejemplo, con hojas, flores y raíces de diferentes plantas, o la leche, preferiblemente desnatada si se toma mucha, ya que así evitarás excederte con el aporte de grasa.